tus pasos estaban presos en el
desierto tus ojos reflejaban
el deseo de correr
tu cuerpo estaba cubierto
por mantos de seda blanco
que al compás de la respiración
del viento alzaba su vuelo
como las cometas de los niños
que llevan consigo los colores
del arcoiris por cuyo tunel
tiene que pasar tu rostro.
YESA
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